Una Nueva cultura. Una Nueva Escuela

Luego de analizar los textos “Pantallas y mediaciones: Nuevos desafíos formativos” de María Victoria Martín, “Jóvenes: Comunicación  e identidad “de Jesús María Barbero  y “La dimensión educativa de los espacios mediáticos” artículo escrito por Jorge Huergo, Kevin Meravicki y Carolina Irschick, podemos decir, como punto principal, que la cultura que caracteriza a los jóvenes actualmente  plantea significativas diferencias respecto a la cultura de generaciones anteriores, donde tanto la experiencia de los padres como la de los abuelos influía y guiaba los comportamientos y acciones configurando, de alguna manera, la identidad de los chicos.

Hoy todo ha cambiado ya que los jóvenes se conectan fuertemente con sus pares y sienten que aprenden más de ellos  que de las generaciones que los anteceden. Este vuelco es provocado no sólo por cambios históricos, políticos y económicos, sino, sobre todo, por cambios culturales ya que hoy la comunicación, socialización  e información de los más jóvenes se produce a través de la tecnología y los medios.

Estamos en una sociedad mediática donde muchas veces no necesitamos movernos para estar comunicados, socializados e informados. Ha perdido vigencia el soporte material y el soporte simbólico es la forma de comunicación.

Más allá de la comunicación la cultura mediática permite a los jóvenes crear sus propias identidades.

Recordemos que el hombre es parte del proceso cultural y mediante éste se autodefine, tiene ciertas acciones, comportamientos y valores.

Aún teniendo en cuenta las críticas a los medios de comunicación y a las tecnologías es importante rescatar que han abierto caminos y han desechado ciertas posiciones clasistas y prejuicios entre los chicos que hoy tienen su mente más abierta a  nuevas formas de socialización en una sociedad heterogénea, donde se pueden conectar múltiples y diferentes imaginarios.

Las tribus juveniles son un ejemplo de la reconfiguración de la sociabilidad entre las personas porque se crean por medio de otros soportes no materiales sino audiovisuales. Son redes de cultura-mundo que poseen y desarrollan nuevas maneras de percepción, configuración y expresión de la identidad, nuevas formas de sentir y de transitar la vida cotidiana.

Siguiendo con el tema, entonces, si el hombre es parte de una cultura y se identifica con ésta porque es la que lo ayuda a transitar la vida y comprender el mundo, y si hoy en día la cultura ha cambiado y estamos ante una cultura de medios o tecno cultura, sería ilógico que le diéramos la espalda y siguiéramos atados a procesos culturales anteriores. Esto es lo que le sucede a la escuela y lo que los nuevos docentes debemos modificar.

Desde mi punto de vista la escuela debe producir un cambio como institución y esto involucra no sólo a los agentes de la educación sino a las políticas, formas de enseñanza, objetivos que se esperan del alumno, infraestructura etc.

Sin embargo, más allá de estar de acuerdo con el cambio, debo reconocer que muchas veces es muy difícil para los docentes en formación y para los que ya ejercen, poder comprender, internalizar y formar parte de esta nueva cultura que se da entre los jóvenes. Muchas veces sentimos que nos faltan herramientas y que estamos poco entrenados para hacer efectivos esos cambios en el aula. Cierto es que se debe producir un cambio pero este debe ser paulatino. En primera instancia modificando aspectos, hoy muy arraigados, que forman parte de la escuela tradicional, sarmientista que dejó de estar vigente hace años, y luego en un siguiente paso pensar creativamente acciones y estrategias para acercarse a una educación adecuada a la tecnocultura actual.

Fundamento lo que digo porque aun hoy veo docentes que ni siquiera tienen en cuenta los saberes y experiencias previos  de los alumnos, no utilizan herramientas pedagógicas, didácticas y creativas y estáticos en su autoridad hegemónica no se comunican con los estudiantes y olvidan el efecto de retroalimentación  propio del proceso educativo. Con este panorama se percibe turbia la posibilidad de producir cambios radicales para los que no sólo se deben incorporar los aspectos mencionados  sino empezar a comprender y ser parte de esta nueva cultura que hoy atraviesa nuestra vida cotidiana y todos los espacios que nos rodean.

Creo que la escuela y sus agentes deben en primer lugar analizar y establecer las falencias que se acarrean desde hace años y aplicar las modificaciones que los nuevos tiempos requieren para poder desterrar la falta de interés y motivación que invade a nuestros estudiantes. Debemos adecuar el proceso educativo a los tiempos que corren, haciendo modificaciones tácticas y prácticas.

No se supone que sea fácil ni que se logre rápidamente, pero no es imposible si comenzamos a poner manos  a la obra y abrimos senderos hacia una nueva enseñanza donde docentes y estudiantes puedan enriquecerse y crecer no sólo en contenidos propios de la ciencia y la cultura sino como sujetos sociales desde  un punto de vista  integral. Sólo así podremos decir que la escuela cumple con su objetivo de hacer del hombre un sujeto socializado y comprometido con el medio en el que se desarrolla colaborando en la formación de identidades para que los jóvenes de hoy sean personas íntegras, porque aunque vivan en una cultura tecnificada y una sociedad de medios siguen siendo personas y no máquinas.